TODO UN DILEMA | ¿TERMINAR O ROMPER?

Nada es más difícil que tomar la decisión de romper una relación amorosa, máxime si se ha dejado avanzar mucho en el tiempo. Eso no es tan fácil como lo muestra una publicidad de una nueva gaseosa, nos atormenta la idea de si estamos siendo injustos o no, y de ahí surge la duda de si la decisión es la adecuada o no, si es necesario darse una nueva oportunidad y volver a intentarlo, si es el otro quien debe cambiar para que todo mejore o si es uno el responsable.

Suena menos duro hablar de terminar una relación que de romperla, a los hombres difícilmente se les perdona tomar la iniciativa en esto, por eso ellos prefieren portarse mal para que “los echen” que ser ellos los que le digan a una dama que no quieren continuar con la relación. El asunto es complicado por el dolor y la rabia que significa el término de un proyecto en conjunto que se inició con muchas expectativas y deseos de que pudiese prosperar.

La enorme dificultad de romper un compromiso es lo que hace que los hombres le tengan pavor a comprometerse, a eso se le conoce científicamente como filofobia, y no son pocos sino muchos, quizás la mayoría, los que sufren de eso.

A partir de lo anterior, es posible preguntarse dónde estriba ese temor tan popular. En este sentido se propone que la dificultad puede estar en sobrellevar un proceso de duelo, ya que, si bien el término de una relación no alude a una muerte real de la pareja, si implica una muerte simbólica. Esto último, en ocasiones puede ser más complejo de aceptar, ya que a diferencia de una muerte real existe una decisión de alguno o de ambos miembros de la pareja por dar fin a la relación, lo que implica que siempre está la posibilidad de arrepentirse.

A modo general es posible señalar al menos 4 fases cuando ocurre un rompimiento amoroso:

  1. Shock: predomina la sensación de confusión e incredulidad. En algunos casos las personas pueden actuar como si no hubiese existido un quiebre en la relación, mientras que otros pueden sentirse paralizados. En esta fase existe mucho dolor y pena, por lo que es probable que la pareja intente buscar algún acuerdo con la ex-pareja que les permita volver. Esto se relaciona con el deseo de no separarse y de negar lo que está ocurriendo.
  2. Búsqueda: se caracteriza por el deseo de reunirse con el otro, pero a diferencia de la etapa anterior lo que predomina es la hostilidad hacia la ex-pareja y el entorno. Aquí pueden aparecer intentos de venganza y chantaje hacia el otro. Además, pueden aparecer las fantasías de la existencia de un 3ro o de que el quiebre se explica por falta de amor. Todo esto va acompañado de aislamiento social.
  3. Desesperación: en esta etapa existen una serie de emociones de tipo depresivo que consideran frustración, desesperación y ansiedad entre otros. Existe una mayor conciencia de que es posible que la ex-pareja no regrese, por lo que predomina una tristeza profunda, soledad y desinterés por realizar actividades de la vida diaria.
  4. La vida sigue: se caracteriza por una aceptación de que la relación llegó a su fin y que por lo tanto es necesario reorganizar la vida sin la ex-pareja y comenzar a preguntarse qué es lo que se desea. Esta fase puede ir acompañada con pensamientos de desprecio hacia el otro, ya que en muchos casos estos sentimientos permitirán comenzar a tomar distancia de la ex-pareja para construir proyectos propios.

Ser claros respecto al proceso de duelo al momento de terminar una relación puede ser de ayuda cuando existe desesperación y angustia, dado que son sentimientos esperados y necesarios ante un quiebre. A partir de esto la invitación es a ser pacientes consigo mismo, darse el tiempo requerido para vivir cada etapa y buscar apoyo si sienten que su vida se encuentra interferida de forma importante.

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