SOCIEDAD | INDISCIPLINADOS

Nada peor que vivir en una comunidad que no observa las normas de disciplina social, las cuales son hechas, precisamente, para permitir y facilitar la convivencia de los ciudadanos. Por general si tales normas no son respetadas comienza a imperar la ley de la selva, donde el más salvaje es el que impone las condiciones para poder vivir en la cuadra, en el barrio y en la ciudad porque se considera el amo absoluto de todo.

La disciplina es y debe ser la gran fuerza reguladora de la sociedad y les corresponde a las autoridades hacer que así sea, por ello el nivel de corrupción social de un pueblo se conoce en el criterio con el que elige a sus gobernantes. Nada bueno puede esperarse de un sitio donde “por la plata baila el perro”, no es muy atractivo invertir y vivir en lugares así.  

Los ciudadanos que han sido criados en hogares disfuncionales, en los que los padres no asumieron la crianza de sus hijos con el amor, pero también con el rigor que exige su formación moral, se sienten con el derecho de extender esas libertades que le dieron en su comportamiento en el hogar al resto de la comunidad.  Es entonces cuando la férula que no se recibió en casa viene a ser suplida por la que de la policía.

Son muchas las expresiones de indisciplina social, no es solo cuestión de no respetar el orden en una fila, también lo es mortificar a los vecinos con música a alto volumen, con la extravagante idea de que se está repartiendo alegría. Lo es también hacerle esguinces a las leyes y normas para no cumplirlas, no pagar los impuestos, respetar las normas de tránsito y el espacio público. En últimas, sentirse más importante que los demás y tratar de imponer su voluntad

En una tragedia como la que estamos viviendo por cuenta de la pandemia es cuando más disciplina social necesitamos porque resulta fundamental para sobrevivir. Desafortunadamente eso no parecen comprenderlo todos, abundan quienes se consideran más machos por andar sin tapabocas, haciendo tumultos y asistiendo a fiestas.

El problema con esos guapos no es el riesgo personal que ellos corren por su indisciplina, sino que al contagiarse vienen a causar una gran presión sobre la demanda de UCI’S en los hospitales poniendo en grave riesgo la prestación de este servicio para el resto de la población.  

Es muy claro que en estos casos se requiere la actuación enérgica de las autoridades para obligar a toda la población a observar rigurosamente las medidas de protección, como decíamos anteriormente, es un asunto de salud pública que no permite hacer concesiones de ninguna especie.

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