SALUD ¿CÓMO COMES?

Muchísimas veces comemos mientras miramos atentamente la TV, o estamos sentados en el escritorio con los ojos puestos en la computadora, parados frente la mesada de la cocina o, incluso, caminando. Desayunamos o almorzamos así, a las corridas, sin darnos unos minutos de tiempo para saborear lo que tenemos entre las manos o en el plato.

El ritmo vertiginoso de la vida diaria y a veces simplemente la pura costumbre nos lleva a comer a muy rápido. Y aunque muchas personas prestan atención a qué tipo de alimentos se llevan a la boca, ya sea por una cuestión de peso o de salud, se suele pensar menos –o nada- en la velocidad a la que ingerimos los alimentos.

Pero la velocidad de la ingesta tiene un impacto directo en nuestra salud ya que afecta una serie de propiedades de los alimentos, así como la forma en la que el cuerpo responde a ellos. Comer rápido o despacio cambia no solo la velocidad a la que la comida entra en tu estómago, sino también a la que entra en tu tracto gastrointestinal. Esto es muy importante porque tiene un efecto dominó en la liberación de muchas hormonas que te dicen qué tan lleno estás, qué tanta hambre tienes, y que además están involucradas en cómo tu cuerpo va a procesar los alimentos.

Una de las diferencias más visibles es que las personas que comen más rápido tienden a tener sobrepeso, una mayor acumulación de grasa en la zona de la cintura y niveles más elevados de colesterol LDL (el colesterol que conocemos como “malo”).

Esto se debe a que tienden a consumir más calorías -entre 100 y 200 adicionales- que contribuyen al aumento de peso, en comparación con aquellos que comen más despacio.

Cuando comemos más lento, se produce un aumento en lo que llamamos hormonas de la saciedad (PYY, GLP1) que le dicen a tu cuerpo: ‘hey, estás lleno’.

Al mismo tiempo, tiene lugar una “reducción en las llamadas hormonas del hambre (grelina), y eso limita el deseo de comer más”, añade la investigadora.

¿Cómo es posible que una misma comida tenga un impacto tan distinto cambiando solo la velocidad de la ingesta? Hay dos razones. La primera es que las señales de saciedad demoran entre 5 y 20 minutos hasta llegar al cerebro, así que, si comes rápido, dado que estas señales no han llegado, puedes continuar comiendo sin darte cuenta de que ya comiste lo suficiente.

La segunda, es que, al comer despacio, la liberación de nutrientes en el intestino es más lenta, y eso significa que hay una liberación más sostenida y prolongada de las hormonas que te dicen que estás lleno y una supresión más prolongada de las hormonas del hambre que te dicen que comas.

Si estás acostumbrado a comer rápido, cambiar de hábito no es sencillo, pero uno de los trucos más efectivos consiste en apoyar los cubiertos en el plato entre bocado y bocado.

Otro es hacer un esfuerzo consciente para masticar más la comida.

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