EDITORIAL | CRECER Y PROSPERAR

Cuando se aproxima el fin de la pandemia comienzan los expertos a hacer las evaluaciones de los daños causados. El PIB nacional, que venía de crecimientos del 3.6% en el año 2018 y del 3.3% en el 2019, ahora con la pandemia se desplomó a -15% en el segundo trimestre del año y eso para los economistas es un golpe tan demoledor como lo sería un terremoto mayor a 8 grados Richter, sumado al paso de un huracán de categoría 5, con vientos superiores a los 250 KPH. Sin embargo, el país sigue en pie. Y con más ganas de trabajar que nunca.

Esa característica tan propia de la idiosincrasia colombiana es la que nos sacará adelante. Es un rasgo de toda la nacionalidad de nuestro país que no nos deja doblegar ante cualquier adversidad, por difícil que ella sea, por dura que se nos ponga la situación siempre saldremos avante y emergeremos como triunfadores al poco tiempo.

Lo que más se requiere en momentos así es una buena fuente de inspiración. Eso es algo que, afortunadamente abunda en Colombia, comenzando por la presidencia de la república que ha tomado las riendas

con gran destreza y pulso firme. Si bien ello no nos evita el golpe sí nos da el ánimo necesario para reponernos de inmediato, y todos sabemos que nada anima más a una economía que la voluntad de crecer y prosperar.

La voluntad es quizás el recurso más importante del que debe disponer cualquier comunidad, cualquier nación. Que lo digan los japoneses que luego de la destrucción total de su país luego de la guerra y las bombas atómicas que no dejaron nada en pie, lograron su reconstrucción al punto de que son hoy día la tercera o cuarta economía del planeta.

Esos deseos de prosperar debemos protegerlos muy bien del gravísimo riesgo que supondría un régimen político enemigo de los emprendimientos y de la generación de riqueza, pues es ese el espíritu que anima a la voluntad a trabajar duro, a hacer cada vez más cosas que creen valor y puestos de trabajo. Siempre será necesario hacer los ajustes que sean del caso, tal como lo hacemos con el timón del auto en cualquier carretera o autopista, pero sin que eso implique cambiar de ruta y terminar en un destino jamás deseado para nuestros hijos.

Viene la hora de sacar ese temple que nos caracteriza a los colombianos, la prioridad y la receta no puede ser otra que crecer y prosperar económicamente.

Tenemos con qué y nos lo merecemos

Carmen Elisa Ortiz Caselles

Gerente General

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