Dios es Argentino

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Radiografía y origen de aquella mal o bien llamada arrogancia de los argentinos. “ N u e s t r a s mujeres son las más bellas”, “en Argentina se come la mejor carne y ¿por qué no, hacemos mejor pizza que los italianos”, “somos los mejores en el fútbol (por Messi y Maradona)”, “ahora somos de la realeza (por la reina holandesa Máxima Zorreguieta) son algunas de las expresiones más comunes que se escuchan de boca de los argentinos o de los demás latinoamericanos para quienes los habitantes del país austral son los más soberbios y arrogantes del continente.

Y es que precisamente el ego de los argentinos es tan famoso en nuestra región que hasta el Papa suele hacer chistes acerca del tema. Por ejemplo, durante la visita del presidente ecuatoriano Rafael Correa, el Santo Pontífice le comentó entre risas: “Por ser argentino deberían llamarme Jesús II”.

En realidad ni para el Papa ni para ningún latinoamericano ni para ningún argentino es un mito aquella creencia de su gran Ego. Incluso Francisco cuando asumió el máximo cargo de la iglesia católica aseguró:  ¿Ahora quién nos va a aguantar, si hasta Dios es argentino? El porqué del delirio de superioridad.

Vivir en Buenos por 4 años y tantos meses me ha permitido conocer e indagar acerca de ese que yo llamo “delirio de superioridad”. Para escribir esta nota pregunté a algunos compañeros de trabajo, amigos, conocidos e incluso a mi pareja (ferviente fan de su país), la razón de este egocentrismo.

A quien primero inquirí fue a Gonzalo Mendes, estudiante de marketing de la Universidad de  Palermo. “Yo creo que es un tema de las migraciones. Nos creemos europeos, siempre queremos llegar a ser como ellos, ustedes en cambio son más yankees. Igual ha venido cambiando justamente por las últimas oleadas de migraciones latinoamericanas”.

Mónica Squiglia, asesora financiera de Zurich Compañía de Seguros, aseguró que en efecto ellos se creen europeos. “Esa historia de que Buenos Aires es la París latinoamericana nos la tomamos a pecho, pero el hecho de no llegar a ser como las potencias nos frustra y produce ese tipo de comentarios prepotentes”.

Ahora, algo que es necesario tener en cuenta es que efectivamente ellos tienen por qué creerse, primero porque son una nación multicultural que se pobló eminentemente luego del periodo entreguerras, sin embargo, quienes vinieron lo hacían huyendo de la hambruna que tales conflictos habían dejado en el viejo continente.

Esta nostalgia de haber huido de la tierra (retratada en el Tango) y el hecho de llegar a un lugar nuevo a colonizarlo requirió de una fuerte dosis de reconocimiento y convencimiento de que esa nueva realidad iba a ser mejor.

Por otra parte, la mayoría de los argentinos que tienen la posibilidad de viajar son los porteños o capitalinos, quienes en su mismo país tienen la fama de ser “asquerosos” o creídos, es decir, se consideran mejor que el resto de Argentina.

“Los porteños somos un asco, todo lo criticamos, pero así como nos quejamos de los otros países, llegamos a Buenos Aires a criticar. Nos creemos lo mejor pero también buscamos ser un ejemplo. Argentina es hermosa, che”, me dice Leandro Ciccollela, mi pareja, entre risas.

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