CUARENTENA | ALGO BUENO DEJARÁ

Ninguno de nosotros había pasado por una experiencia tan extraña como la vivida con la cuarentena, voluntaria u obligada, a la que nos hemos visto sometidos por razón de la pandemia del coronavirus. El aislamiento social es algo para lo cual no nacimos, y menos los latinos, que somos tan dados a expresar con entusiasmo nuestro afecto por nuestros amigos y nuestros amores.

Pero no hay mal que con su bien no venga, dice el refrán, y a toda contrariedad hay que sacarle el lado positivo. Algunas cuantas lecciones que debemos capitalizar nos deja todo esto por lo que estamos pasando, entre ellas la de valorar el trabajo de la mujer en el hogar. A muchos hombres divorciados y solteros – con y sin dinero – nos ha tocado hacer el aseo del apartamento, cambiar la ropa de cama, barrer, trapear, lavar plancharnos una camisa y prepararnos el desayuno; todo eso ha sido un verdadero suplicio para quienes fuimos criados como seres totalmente dependientes de ellas. Por ello ahora nos hemos vuelto más considerados con nuestras mujeres, nuestras hijas o nuestras empleadas.

A hombres y mujeres nos ha tocado repasar nuestras nociones de culinaria o buscar tutoriales en internet porque tenemos que preparar nuestra comida. Han sido sorprendentes los resultados de lo que hemos logrado hacer en la estufa y en el horno luego de una buena cantidad de errores cometidos durante el aprendizaje. Lo importante es no desanimarnos.

De las cosas más enriquecedoras que nos deja esta experiencia de la cuarentena es la cantidad de lecturas que hemos podido hacer. Hemos tenido todo el tiempo para leer aquellos libros cuya lectura habíamos apenas iniciado, para conocer nuevos autores, para releer los poemas de Walt Whitman y las novelas de García Márquez o de Vargas Llosa. Esta temporada de aislamiento social sin duda nos dejará más cultos.

Igual hemos tenido tiempo para escuchar la música que nos gusta y no simplemente la que nos colocan en las emisoras. La variedad de opciones de plataformas digitales para oír música es muy amplia y nos permite satisfacer la curiosidad de escuchar música realmente nueva para nosotros, buscando lo que ahora es más popular en otros países y continentes.

Las redes sociales nos han permitido dialogar con nuevos amigos, restablecer relaciones olvidadas, revivir viejos amores, ponernos al corriente de la vida de muchas amigas y amigos con quienes muy pocas veces conversamos. La circunstancia de compartir la misma experiencia de aislamiento y la incertidumbre sobre el futuro nos hace soltar más, ser menos retraídos.

Nos ha permitido también el placer de escribir más, sobre cualquier cosa, y a destinatarios diversos, sobre todo a los imaginarios que son los que más placer producen. Igual nos pasa con el instrumento musical que muy rara vez tocamos y que ahora ha vuelto a ser nuestra gran compañía. Ha sido el tiempo ideal para ensayar nuevos arpegios en la guitarra y de cantar, ¿por qué no?

La soledad y el silencio crean el ambiente propicio para expandir nuestra creatividad, bien sea artística, para los negocios o para idear cosas nuevas, inventos revolucionarios. La creatividad musical y literaria florecen en este medio de paz obligada y compartida.

Cuando esta pandemia haya sido superada y podamos salir libremente muchos correremos a expresar nuestra capacidad de amar al prójimo llenándolo de abrazos. Si algo hemos aprendido a apreciar los humanos en esta cuarentena es el valor de un abrazo, es algo que nunca más volveremos a negarle a nadie. Seremos mejores personas, sin duda.

Pero no solo gana el homo sapiens con esta experiencia sino la naturaleza, a la que le bastaron unos pocos días para maravillarnos con su capacidad para renacer de la polución y contaminación. Es lo que hemos visto en todos los ríos y bahías del mundo, cuyas aguas ahora lucen absolutamente cristalinas y muchas especies han vuelto a disfrutar de su hábitat natural.

Volverá la normalidad, solo que será una nueva normalidad, distinta a la que hemos conocido. Las cosas no podrán seguir siendo como hasta ahora, el hombre frenará sus impulsos desmedidos por el dinero, muchas veces a costa de la naturaleza y de la dignidad ajena. Quiera Dios que los sobrevivientes, que seremos la inmensa mayoría, aprovechemos con inteligencia esta segunda oportunidad sobre la tierra.


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