BITÁCORA | LA CASA AZUL

La Casa Azul. Escenario de amores, dolores, infidelidades y mucha inspiración artística

Lo más probable es que usted ya haya visto la película “Frida”, a fin de cuenta se estrenó hace dieciocho años. Ahora, si no la ha visto, hágalo, terminará irremediablemente enamorado de ella, quien murió hace 66 años. Frida Kahlo fue, sin lugar a duda, la artista mexicana más importante e influyente del siglo pasado. Murió hace 66 años y su vida, marcada por la tragedia, el dolor y el amor, fue llevada a la pantalla grande en 2002 en la película que lleva su nombre, protagonizada por Salma Hayek, quien majestuosa y fielmente encarna el fuerte carácter y la personalidad avasalladora de la artista.

Cuando visitamos la hermosa y enorme Ciudad de México resulta paseo inevitable ir a conocer la famosa Casa Azul, ubicada en el corazón de Coyoacán, la cual fue el escenario de buena parte de su vida. Vida literalmente dolorosa debido a las secuelas que le dejó un terrible accidente entre el autobús en el que regresaba del colegio a la casa y un tranvía. Su columna vertebral se fracturó en tres partes al igual que dos costillas y su pierna derecha, su pelvis quedó destrozada y el tubo del que se agarran los pasajeros terminó incrustado en su útero. Fueron necesarias 32 cirugías para procurar recomponerla.

Ese accidente, sufrido cuando apenas tenía 19 años de edad, le habría de cambiar su vida para siempre, y si bien le estropeó su cuerpo, la verdad es que le fortaleció y enriqueció su espíritu de una manera sorprendente en una sociedad tan conservadora y machista como la mexicana de aquella época.  Esto se reflejaba en sus arengas con las que se animaba: “Pies, para qué los quiero si tengo alas para volar” se decía en su lecho cuando los dolores arreciaban haciéndole imposible levantarse de la cama.

Cuatro años después de sufrir el accidente se casó con Diego Rivera, quien le llevaba 22 años y casi un metro y 100 kilos de diferencia. Era la pareja más dispareja que se podría imaginar, tanto por su tamaño como por su belleza física. Frida era muy bella y “El Panzón”, como ella le decía, no era propiamente muy guapo. Pero lo que no tenía de guapo lo tenía de agraciado, Diego ha sido el pintor más importante que ha dado México.

Es difícil encontrar una pareja que se haya amado más, aunque se fueron infieles con una frecuencia y una notoriedad pocas veces vista en esa sociedad pacata de hace un siglo. Frida tuvo amantes de la talla de León Trotsky (célebre ideólogo comunista ruso) y Chavela Vargas (inolvidable estrella del canto), además de una buena cantidad de artistas, hombres y mujeres, que frecuentaban la Casa Azul, donde con Diego hacían largas y escandalosas fiestas.   

La Casa Azul, convertida hoy en museo que alberga no solo sus obras sino también el mobiliario de la época, como sus camas, muebles y hasta la silla de ruedas que utilizó después de su accidente, Frida y su amado Diego Rivera, otro importante artista mexicano, compartieron las mayores alegrías y desventuras.

La cocina y el taller de pintura son mis lugares predilectos de la Casa Azul pues conservan intactos utensilios y recuerdos de la familia, por supuesto, sin olvidar el hermoso jardín que Diego le regaló a Frida como muestra de su amor.

Si aún no ha ido a Ciudad de México, anímese a conocerla cuando superemos esta pandemia, es una ciudad maravillosa, rica en cultura y su gente es sencillamente encantadora.

Por: Mónica López Jaramillo

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