ACTUALIDAD | CUARENTENA

Lo que iba a ser una placentera celebración de su noveno aniversario de boda ha derivado en una angustiosa prueba de fe y paciencia para un matrimonio canadiense. “Creemos que no estamos infectados, pero todavía tenemos ese miedo. Ayer me tomé la temperatura siete veces en una hora”, asegura por teléfono el esposo, que lleva ya 11 días sometido junto a los otros 3.700 ocupantes del buque Diamond Princess que se encuentra amarrado en el puerto japonés de Yokohama luego de que se le diagnosticara el coronavirus a un pasajero que cuatro días antes se había desembarcado en Hong Kong. El Ministerio de Salud nipón confirmó 66 nuevos contagiados en este barco, doblando la cantidad anterior y disparando la psicosis dentro de la embarcación.

Los cruceros son vehículos perfectos para la propagación de enfermedades contagiosas por la circunstancia del encierro de miles de personas desconocidas en largas travesías. Por ejemplo, los brotes de norovirus, la principal causa de gastroenteritis aguda en USA, ocurren más frecuentemente en sitios cerrados, como estos enormes barcos de lujo. Igual sucede con las infecciones por hongos en los pies. Y no necesariamente la culpa es atribuible a la compañía naviera, por lo general es de algún pasajero que aborda estando enfermo y propaga el virus por todas partes.

Los pasajeros del Diamond Princess son originarios de 35 países distintos, debido a que la incubación toma al menos 14 días, al comienzo nadie sabe quién está infectado y quién no. Dice el esposo en cuarentena: “Creo que no hemos tenido contacto… No sé quiénes son, solo conozco a cuatro o cinco de los contagiados. Hay tantos pasajeros que no sabemos. Sabemos su nacionalidad, pero no su identidad ni en qué parte del barco estaban. Hay tanta incertidumbre… No saber si has estado cerca de una persona infectada es lo más duro. Lo peor es desconocer si es así y no saber si puedes contagiar a tu familia”.

A diferencia de los pasajeros, que han quedado confinados en sus camarotes –salvo controladas salidas a cubierta–, los trabajadores duermen en grupo, comen en espacios comunes y siguen realizando sus actividades diarias. “Muy pronto estaremos todos contagiados”, ha publicado uno de ellos, Binay Kumar Sarkar, de nacionalidad india, en su cuenta de Facebook.

La sicosis generada por el coronavirus ha afectado fuertemente al turismo mundial y, muy particularmente, al de cruceros que ha visto como les han cancelado miles de reservas. Las compañías navieras asumen costos enormes con cada barco que se les inmoviliza debiendo proveer la alimentación y demás servicios por muchas semanas hasta que son dados de alta. Por su parte la tripulación debe redoblar sus esfuerzos en mantener perfectamente aseada y desinfectada la nave.

Las compañías de navegación en sus presupuestos consideran este tipo de eventualidades de relativa frecuencia, como los brotes de gastroenteritis a bordo de barcos, pero la dimensión que ha adquirido el fenómeno del coronavirus supera cualquier precaución que se haya hecho.

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