VIVENCIAS | PANDEMIA DE AMOR

Superada la terrible pandemia que experimentamos por cuenta del Covid-19, muchas personas han hecho el balance de lo que les ocurrió durante ese par de años, que iniciaron el 25 de marzo de 2020, cuando se decreta la primera cuarentena luego de encontrarse un primer caso en una pasajera que llegó de Milán, Italia, y al parecer se mantuvo inicialmente hasta el 1° de julio de 2022, cuando el presidente Duque anunció que se levantaba la medida de emergencia sanitaria por la pandemia de covid-19.

Muchas cosas pasaron, muchas experiencias se vivieron en ese periodo, algunas muy tristes, como la pérdida de familiares queridos y amigos entrañables; a otras la pandemia los alejó y les marchitó así el amor. Pero a muchas otras la pandemia los juntó sin que se lo hubieran propuesto deliberadamente. La imperiosa necesidad y obligación de cuidarse no saliendo de sus casas hizo que muchas parejas debieran permanecer juntas por largos periodos de tiempo, en una convivencia que inicialmente debió parecer forzada.

Para unos cuantos seguramente continuó siendo forzada y por ello al levantarse la restricción corrieron a separarse definitivamente, pero para otros significó la fortuna más grande al poder conocer de forma más integral y profunda a quien vendría a ser el amor de sus vidas. Abundan estos casos y se les nota la enorme felicidad que les produce la seguridad de estar con la persona correcta como compañía de viaje hasta el final de sus días. Esa es una seguridad que quizás no habrían tenido si su romance se hubiera mantenido a raticos.

Quizás fuera buena idea que en aras del buen amor existiera la costumbre de auto decretarnos en cuarentena amorosa cuando iniciamos una relación amorosa, o después de un tiempo de haberla iniciado, para definir muy bien cuáles son nuestros sentimientos, tanto los que damos como los que recibimos.   Esto suena cada vez más aconsejable cuando vemos cómo muchos matrimonios celebrados con gran pompa y derroche se deshacen rápidamente por motivos casi siempre a la inmadurez, tanto de los contrayentes como de la relación misma. Es probable que una idea como esta choque con los falsos moralismos de muchos, que prefieren ver matrimonios oficialmente legalizados ahora reventados, que a parejas que de manera autónoma han resuelto permanecer estables y felices ante sus propios ojos y no frente a a los demás.

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