SUPERACIÓN | ¿LLORAS O FACTURAS?

A primera vista esta simple pregunta no tiene mayor sindéresis, no es fácil ver la relación entre una cosa con la otra. Pero resulta interesante para escudriñar un poco en la realidad que vivimos y que se acentuará cada vez más como resultado del nuevo rol que cumple la mujer en la sociedad. Sin duda cada vez son más las que facturan que la que lloran.

Es un hecho que, definitivamente, se ha demostrado que la educación no solo es la mejor sino la única vía para la liberación femenina. Son abismalmente opuestas las condiciones en las que una mujer estudiada, y otra que no se ha preparado intelectualmente, se defiende en la vida.

Una mujer que ha pasado exitosamente por una universidad difícilmente siente que su mundo se derrumba cuando termina una relación sentimental con quien era hasta ese momento su pareja. Su mundo siempre le mantiene una cantidad infinitamente mayor de opciones de salir adelante que a aquella que se enfrenta a la vida con un modesto título de bachiller. Y si ni siquiera es bachiller, pues peor su panorama.  

Gracias a la democratización de la educación hoy día la inmensa mayoría de las mujeres se ha preparado y ellas ya no son propiamente una carga para el marido o para sus padres. Todas facturan.

Ya hace varios años quedó atrás la época en que la mujer aseguraba su futuro casándose, los matrimonios de hoy no son garantía de nada, la separación o el divorcio están latentes desde el primer año de casados hasta cualquier momento de su vida. Lo menos deseable en el mercado de los afectos es una llorona separada, siempre será preferible una que facture y dé muestras de independencia financiera.

No es muy claro ni halagador el futuro de aquellas mujeres que cifran todas sus esperanzas en su cola, en sus piernas o en su cara. Entre otras cosas porque no debe ser muy culto el hombre que sobreestima los atributos físicos, y menos si son adquiridos artificialmente, sobre la estructura profesional de la mujer. Al primer defecto que le aparezca la desecha, como a periódico leído.

La vida se ha vuelto tan complicada y tan difícil de sobrellevar que la época de los príncipes azules que se echaban la carga de sostener y cumplirle los caprichos a la mujer quedó bien atrás. Ahora, afortunadamente, resultan muchos más atractivos en las mujeres los títulos universitarios que los escotes y las capas de maquillaje. Por supuesto que llama mucho la atención la mujer mostrona, pero para compañía e un ratico, no para cargar con ella toda la vida.  Asegúrense queridas amiga de facturar, y ojalá bien duro, pero con aquello que las dignifique.

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