SICOLOGÍA | ¿MALGENIADO?

Una cosa es estar de mal genio y otra muy distinta es ser malgeniado, en el primer caso estamos hablando de un evento puntual, en un momento determinado, cosa que a todos nos puede suceder, abundan los episodios que nos generan gran molestia en un momento dado.

Cuando hablamos de personas malgeniadas nos referimos a aquellas que son fácilmente irritables, lo que es una actitud que suele manifestarse con agresividad, ya sea verbal, física o mental. Hay dos formas básicas de reaccionar: una interna y otra externa. El primer caso es común en personas inhibidas que no expresan ningún sentimiento, sino que manifiestan su frustración hacia adentro, con autoagresión. Otras veces su respuesta es mental. Tienen ideas muy negativas de sí mismos, como pensar que son un asco, que no valen nada.

La segunda reacción es cuando el mal humor se manifiesta hacia el exterior. Es propio de personas con una tendencia crítica desmedida y que se molestan por todo. Son sujetos que se atreven a expresar sus sentimientos, pero de una forma inadecuada. Descargan su ira contra objetos o, incluso, agreden a otros.

La irritabilidad suele manifestarse con agresividad, ya sea verbal, física o mental. Ser malgeniado se confunde con ser neurótico, pero este último es irascible todo el tiempo, mientras que la persona malhumorada sufre estados eventuales y repentinos de ira. El neurótico tiene un gran vacío afectivo, muchas veces desde niño, que lo impulsa a buscar el maltrato. Si alguien se gana una lotería de 500 millones de pesos, lo trata de bruto por no haber comprado otra que pagaba mil millones.

Un neurótico tiene patrones de vida muy rígidos. Es obsesivo con el horario, el ahorro o la limpieza. Pelea por todo, se siente rechazado y perseguido, no tiene esparcimiento alguno y siempre ve el lado negro de las cosas. Es amargado e incapaz de sentir placer. Difícilmente alguien le siente cariño y respeto.

El mal genio se hereda y se aprende. Hay patrones de comportamiento congénitos, pero también en la convivencia se adquieren conductas. El temperamento se hereda, pero el carácter y la personalidad son adquiridos. El ser humano se desarrolla por etapas y desde que nace necesita vínculos afectivos tempranos, espacio para evolucionar y experiencias positivas que le den los padres para forjar su carácter.

¡No se gane enemigos!

Las personas de mal humor no son bien aceptadas dentro de los grupos sociales porque en lugar de crear ambientes armónicos, generan discordia y malestar a donde quiera que vayan. Esto ocurre porque cada quien tiene su propio mal genio y no está dispuesto a cargar con el de los demás, por eso el neurótico es rechazado en todas partes.

Quien convive con alguien irascible con toda seguridad se encuentra a su lado más por miedo, conveniencia o necesidad, que por gozo y convicción propios. En general, el común de las personas procura alejarse y evadirlo, pero cuando desaparece el miedo huyen o reaccionan contra él.

La mayoría de la gente confunde tener carácter con tener mal carácter. Todos debemos tener carácter para expresar emociones y sentimientos en el momento adecuado y a las personas indicadas.

Cuando sienta ira contra alguien y quiera desahogarse, escriba en un papel todo lo que pasa por su mente sobre quien le motiva el disgusto. Luego rompa el papel en partes muy pequeñas. Si el iracundo no es usted sino otra persona, recuerde que el malgeniado está predispuesto a que se le responda igual o peor, siente que todo el mundo está irritado con él y vive a la defensiva. No le siga el juego, desbarate esa expectativa con algo inesperado: un beso, un abrazo, una frase amable. Esto lo desequilibra y pensará dos veces antes de atacar de nuevo.

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