PSICOLOGÍA | PUNTO FINAL

Todos hemos tenido ciclos de nuestra vida que recordamos con especial intensidad, bien sea porque los disfrutamos en gran forma, o porque nos provocaron gran dolor.

Con los primeros de ellos no tenemos ningún problema, por el contrario, nos suben la autoestima y siempre resulta grato al espíritu recrearlos de vez en cuando; en cambio aquellos ciclos que recordamos con dolor o molestia solo causan daño y lo único que intentamos hacer para superarlos es tratar de evitar rememorarlos.

Nos parece extremadamente difícil ponerle punto final a un ciclo, nos pasa como a esos pintores que no saben cuándo terminar el cuadro y cada día le dan una nueva pincelada que les hace terminar esclavizados de su obra. Para ello lo primero y más importante es saber y entender que la vida es una sucesión de ciclos y que para poder vivirlos a plenitud se hace necesario zafarse por completo del ciclo anterior, tal como hacen las mariposas, quienes para avanzar en su desarrollo deben dejar atrás las etapas de huevo, larva y crisálida para convertirse en adultas.

Hay que ponerle punto final a cada uno de nuestros ciclos, por más felices que seamos en nuestra vida colegial hay que dejarla atrás para entrar a la universidad y luego hacer lo propio para comenzar la vida profesional.

Cerrar completamente ciclos o relaciones pareciera ser algo relativamente fácil, pero en la realidad, resulta ser una labor realmente difícil debido a los sentimientos que guardamos en nuestro interior. Dado que significa dejar en el pasado a aquellas personas, momentos o lugares que en algún momento formaron parte importante de tu vida. Sin embargo, al aferrarnos a esas emociones tendemos a encadenarnos a vivir cargando estos ciclos sobre nuestra espalda, lo cual puede llegar a afectarnos el presente y el futuro.

Tenemos que visualizar nuestra vida como una novela que posee un inicio, un desarrollo y luego un final, distribuidos en capítulos por los que vamos avanzando, encontrando nuevos personajes y situaciones de la historia. No podemos avanzar si seguimos aferrados a las páginas ya leídas. Muchas veces tendemos a poner aspectos de nuestra vida en puntos suspensivos, dándole una segunda oportunidad a esa etapa que, en vez de una solución temporal, requiere de una medida drástica que le permita finalizar.

Al aferrarnos a cada etapa pasada llenamos nuestra mente de ciclos abiertos que se mantienen rondando nuestros pensamientos y acciones. Aunque decirle adiós a alguien o algo, pueda resultarnos doloroso, es mejor curar y seguir adelante, que arrastrar esa herida abierta. Hay que hacerlo sin remordimientos, sin culpas o apegos que nos retrasan en el camino. Como dice el viejo adagio popular: cabra que se regresa se desnuca.

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