MUJERES DE ANTES | MUJERES ESPARTANAS

Difícil, o imposible, saber si una mujer de la época moderna hubiera sido capaz de competir en algo con una hermosa espartana de hace unos 2.670 años. Ellas recibían una educación gestionada por el Estado, basada en la gimnasia, la lucha y el atletismo, y que tenía como finalidad principal capacitarlas para engendrar niños sanos y fuertes. Se trataba de combatir los rasgos considerados femeninos (gracia, cultura) mientras se endurecía el cuerpo.

En Esparta, la mujer gozaba de igualdad ante el hombre, tanto en la formación en la educación, atlética y artística, como también una igualdad jurídica, incluso tenía un especial privilegio sobre las propiedades, bajo un sistema de gobierno de reyes y reinas, conocido como diarquía.

Los espartanos daban preponderancia a la educación física. Las mujeres también debían ser hábiles gimnastas. Nadie las quería si no crecían fuertes y sanas. También eran educadas en la administración del hogar. A los hombres les tocaba ir a morir a la guerra -de manera literal-, por lo que las verdaderas administradoras de la ciudad eran las mujeres. También debían ser madres excelentes. Ellas educaban a sus hijos hasta los seis años, frecuentemente acompañadas de alguna nodriza, y en dicha educación eran rigurosas y severas. Se valoraba que tuvieran verdadera mano de hierro, que fueran leales y firmes, y que asimilaran el honor de ser espartanas.

A las mujeres no se les trataba con el mismo rigor que los hombres: no eran arrancadas de su hogar a los siete años, ni se les molía a golpes. Pero se esperaba que fuesen de hierro en cuanto a espíritu. Se les alimentaba idéntico a los varones: comidas ricas en proteínas, vegetales y frutas; se les prodigaba el mismo servicio de salud, y se les imponían duros regímenes de ejercicio.

Las muchachas tenían que ser veloces corredoras, lanzaban el disco y eran hábiles tiradoras con arco y flecha. Boxeaban y participaban en los torneos de lucha, siendo las únicas mujeres griegas que tenían esa licencia. Los espartanos creían que una mujer robusta y fuerte necesariamente paría hijos fuertes. No tenían prisa: no se casaban sino después de los veinte años, una vez que eran absolutamente viables para casarse y parir sin el riesgo de morir en el intento.

Con todo ello, había poco espacio para que pensaran en vanidad: no eran educadas para ser precisamente muñecas bellas. Las espartanas poco conocían sobre maquillaje, y absolutamente nada sobre peinados estrafalarios.

El régimen de ejercicio espartano para niñas fue diseñado para hacerlas tan aptas como sus hermanos, incluso ​ aprendían muy bien a montar a caballo. Su rutina de ejercicios también incluyó correr, luchar, el lanzamiento de disco y jabalina y pruebas de fuerza. ​ Es posible que se ejercitasen desnudas, tal y como se retratan en el arte arcaico espartano, a diferencia del arte de otras regiones de Grecia. ​Las muchachas podrían haber competido en las gimnopedias, como se llamaba la festividad espartana de los jóvenes desnudos. ​ También compitieron en carreras para diferentes festivales, como por ejemplo los prestigiosos Juegos Hereos, que eran una especie de olímpicos que se realizaban cada cuatro años en Olimpia, en honor a la diosa Hera, esposa de Zeus.

Las mujeres de otras regiones de Grecia consideraban que las espartanas eran unas descaradas: sus cómodos vestidos les dejaban las piernas desnudas, y al igual que los hombres, no necesitaban de mucho pretexto para despojarse de su ropa en público, porque los espartanos no entendían qué significaba la vergüenza del cuerpo: todos eran atléticos, por lo que era motivo de orgullo.

Otra cosa: las espartanas no se mordían la lengua. Si algo tenían que decir, lo decían. Aquello de la sutileza femenina no estaba en su código: podían ser directas, irreverentes y, nunca mejor dicho, lacónicas. Eso era sumamente atractivo para los hombres, pues la mujer que menos debilidad mostrara, era el mejor prospecto para casarse.

Por: Gloria Eugenia Valero Mora

Deja tu Comentario

Your email address will not be published.