CONTRASENTIDO | CAFETERÍAS DE BUENOS AIRES

Pocas ciudades del mundo tienen cafeterías en su lista de sitios turísticos. Buenos Aires es una de ellas. Son reliquias históricas de un país que ya no existe: la Argentina potencia de primera mitad del siglo XX.

Quizás le primera impresión al entrar al Café Tortoni, en Buenos Aires, es que es casi una copia del bar El Floridita, de La Habana. Pero unos pocos minutos bastan para reconocer que ninguno se copió nada del otro, cada uno tiene su propia imponencia y personalidad.

Lo primero que hay que decir, y sin ambages, es que Café Tortoni es la cafetería más bella y elegante de América Latina. Es curioso que pese a su enorme tamaño toda ella es de un lujo sensacional. Algo así no se ve en Washington ni en Nueva York o Ciudad de México. Es imperdonable que muchos turistas prefieran visitar un estadio como La Bombonera que ir a este templo del buen gusto que nos recuerda que Argentina fue (?) toda una potencia económica, al igual que sus majestuosos edificios públicos y sus avenidas.

Luego de Café Tortoni se destaca La Biela, ubicado en el tradicional barrio de La Recoleta, en una de cuyas mesas siempre encontramos tomando un café a Jorge Luis Borges y a Adolfo Bioy Casares, dispuestos a compartir la mesa con el turista que desee una fotografía.

Una tercera cafetería a visitar en Buenos Aires es Las Violetas, con su salón magnífico y sus vitrales espectaculares. Es muy fácil sentirse allí como en algún lujoso salón europeo. En resumen, Buenos Aires tiene las cafeterías más hermosas de Latinoamérica, y quizás de América ………..pero tiene posiblemente el peor café del mundo. Toda una paradoja.  

El café que se encuentra en las cafeterías más populares de Buenos Aires es amargo y necesita adición de azúcar o leche y acompañamiento de soda o agua para evitar escalofríos. Es, en una palabra, feo.

Pero lo que explica la paradoja de café malo en cafeterías hermosas, según expertos consultados por BBC Mundo, es que allí esta bebida no es el motivo por el cual la gente las visita. «El fin de venir acá no es tomar café, sino hacer un homenaje al pasado», dice Migliorisi, una experta sentada en una tradicional cafetería, mientras sorbe un café que no logra terminar.

Buenos Aires es una de las ciudades con más establecimientos especializados en el llamado café de especialidad, lugares donde venden café de origen, no industrial, sembrado, tostado y sustraído con mano meticulosa. La mayoría están en el barrio joven y cosmopolita de Palermo, la versión porteña de Williamsburg en Nueva York, un típico escenario para encontrar sitios de este estilo.

La nostalgia que se siente en el aire se profundiza cada vez más en la medida en que el país se adentra más y más en un sistema político y económico de izquierda que, como se sabe, solo trae destrucción y pobreza. La gente trata de hacer de la nostalgia un escudo que le aísle de la terrible realidad que les comienza a invadir. Basta decir que en su vecino y familiar Uruguay ya no es recibido el peso argentino.

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