AUTOSUPERACIÓN | PARA SER MÁS PRODUCTIVO

No somos más productivos como personas porque no utilizamos indicadores de ninguna clase. Muchos, la mayoría, confundimos estar ocupados con estar produciendo y resulta que son dos cosas bien diferentes, tenemos que aprender a distinguir las cosas de valor que hacemos del resto de las actividades, algo así como separar la paja del trigo o el oro del barro en el río. Podemos pasar agachados y sudando ocho horas llenando sacos de paja sin haber recogido el preciado trigo, o moviendo toneladas de barro sin coger una pepita de oro.

Esto suele ocurrir por varios motivos, siendo entre ellos el más importante que simplemente no tenemos claro qué es lo que nos produce más valor, con ello no educamos el ojo para concentrarnos en lo de veras importante, no desarrollamos la habilidad de aplicarnos a lo que realmente debe interesarnos. Este mal es muy común entre quienes han sido empleados por mucho tiempo y por años se acostumbraron a “timbrar tarjeta”, como se decía antiguamente a registrar las horas de entrada y de salida. Debemos olvidarnos de esto y medir más los objetivos logrados que las horas empleadas. Por el contrario, quien trabaja por objetivos y no por horas empleadas se hace experto en identificar cuál es la almendra del negocio y hacia ella apunta sus esfuerzos, así gasta menos tiempo y esas horas las puede emplear en mejorar o innovar la técnica de lo que hace en su trabajo. Un trabajador así es un tesoro para cualquier empresa y debe ser estimulado a que cada vez dé más de sí.

Este es un criterio que todos debemos tener, bien sea el caso que seamos empleados o jefes. No mencionamos a los empresarios porque es de suponerse que ellos lo usan todo el tiempo, en caso contrario no serían empresarios. La clave del asunto es lograr convertir a el tiempo en un aliado y no dejar convertirlo en enemigo. Una buena técnica para adquirir el hábito de la productividad consiste en valorar nuestro trabajo diario, sin importar qué clase de labor desempeñemos. Imaginemos que facturamos por las actividades realizadas, le damos a cada cosa un valor simbólico y cada noche hacemos cuentas para saber qué tanto produjimos en la jornada. Con ello nos evaluamos, nos hacemos seguimiento y nos evaluamos conforme a unas metas imaginarias.

A algunos este podrá parecerles un método vulgar que todo lo refiere a dinero, pero, sin duda alguna, es muy efectivo y de fácil utilización, basta establecerse unas metas bien aterrizadas en sus montos y factibles en su ejecución. Quizás quienes son empleados no vean tan fácil este método, en su caso imaginen que trabajan bajo la modalidad freelance y que les pagan por gestión específica, con ello al mejorar su efectividad laboral tienen mayores posibilidades de ascensos. Con esa disciplina uno aprende a no perder el foco de atención en lo que es de veras importante, evitando distractores y ladrones de tiempo que quizás nos entretengan en forma agradable pero que nos causan grave daño al sacar cuentas. En el deporte eso se llama ojo o mirada de tigre, que hace que el tenista no pierda de vista la bola ni por un instante.

Cada día que terminemos sin haber facturado algo es un día perdido, quizá no todos los días nos reporten ganancias, pero al menos debemos entonces haber sembrado para recoger frutos después. Y eso es igualmente importante.

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