
Seguramente no hay nada más común que el temor a lo desconocido. El miedo a los fantasmas es una experiencia que muchos de nosotros hemos tenido alguna vez y que en muchos casos es natural. Además, cada quien es dueño de su miedo, que en este caso se conoce como espectrofobia o fantasmofobia, y tiene raíces tanto culturales como psicológicas. El miedo a lo desconocido es paranormal, representa algo que no entendemos ni podemos controlar.
Películas, leyendas, cuentos y creencias alimentan la idea de que los fantasmas son peligrosos o malignos. Siempre se nos ha hecho creer que esto está asociado y por eso nos asusta tanto. Un ambiente oscuro, un ruido extraño o estar solo en casa pueden activar la imaginación.
Algunas personas relacionan el miedo con la muerte o la pérdida de un ser querido. Nada más equivocado que eso. En la infancia, el miedo a los fantasmas suele ser más fuerte debido a la imaginación activa y menor comprensión de la realidad.
Las reacciones de los que tienen miedo frecuentemente parecen irracionales a otras personas, e incluso al propio afectado, ya que para el mundo «los monstruos no existen», y las posibilidades de que una criatura amenazante aparezca de debajo de la cama o del armario para atacarlo cuando se vaya a dormir es ridícula e imposible. Los afectados a menudo adquieren este miedo en la etapa infantil por culpa de las amenazas de los adultos para controlar el comportamiento de los niños que les lleva a intimidarles.
El ver películas de terror puede atemorizar a un niño ante la dificultad de separar lo real de la ficción, al pensar que el monstruo o asesino de la película vaya a ir por él. También es un miedo que se puede obtener tras algún susto impactante o repetido en la infancia que le quedó gravado en el inconsciente, como puede ser la broma de un familiar que sale de algún lugar oscuro de la casa para asustar al niño. También puede deberse a un trauma infantil real que el inconsciente oculta tras la imagen de un monstruo. Que un niño sea víctima de un secuestro, o de abusos físicos o que haya sido testigo de algún otro acto violento puede crear a un miedoso.
Es totalmente normal sentir miedo a los fantasmas, especialmente si se ha sido influenciado por historias, películas o supersticiones. Se convierte en un problema si afecta nuestra vida diaria o nos impide descansar o estar tranquilos en ciertos lugares.
Lo superamos comprendiendo que no hay evidencia científica de fantasmas, esto puede ayudar a calmar el temor. Compartir los miedos con otras personas ayuda a verlos desde otra perspectiva. Igualmente, no ver películas de terror antes de dormir o estar solo en la oscuridad.
También la respiración profunda, la meditación y la visualización pueden calmar el cuerpo y la mente. Si el miedo es intenso, debemos hablar con un psicólogo.