Page 38 - Unicentro Contigo edic.62 Septiembre
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Amor y amistad



          cambio en su manera de pensar. Ya habían pagado
          hasta el último peso de lo que debían de la fiesta de
          bodas y era el momento de alzar la cara, socialmente
          ya no se veía tan grave el asunto, además no eran
          ni  serían los  últimos, aún  quedarían unos  pocos
          suegros así.
             Las cosas  hoy día son  bien diferentes  y eso
          obliga a los suegros mayores de 50 años a ajustar
          su mentalidad a los tiempos que corren, en donde,
          como decíamos,  las  cosas  son  bien distintas.  La
          virginidad hace rato perdió  todo protagonismo
          y con ello  la  mujer  ha  ganado  libertad total, se
          ha quitado de encima el  absurdo estigma de  no
          ser virgen y lo que está a la orden del día son los
          noviazgos con derechos, que es como se le llama
          ahora al antiguo amor libre.
             Así  las cosas, cuando el chico  por segunda o
          tercera vez invita a la niña a salir ahí va implícito ese
          mensaje  que a los jóvenes  de antes nos  tomaba
          tanto tiempo y trabajo expresar. Sí hay empatía entre
          la nueva pareja los  besos  se  dan  copiosamente
          desde el primer día y se repiten con mayores bríos
          en la segunda cita. Al tercer encuentro es inevitable
          pasar a manteles,  eso  ya  forma parte  del nuevo
          ritual y la iniciática no necesariamente proviene del
          hombre.
             Dos  o tres  meses  después  de ocurrido ese
          tercer encuentro comienzan los anticipos de lo que
          será una convivencia plena, comparten todo un fin
          de semana viendo películas desde la cama de él o
          de ella. Así pueden permanecer juntos por mucho
          tiempo, seguramente  más del que  habrían  vivido
          si se hubieran casado con todas las de la ley. Pero
          dos cosas  atentan contra  la estabilidad de estas
          parejas:  una tercería  y el deseo de  alguno de  los
          dos de tener un hijo.

             La tercería se da con  mayor  frecuencia que
          en las parejas casadas porque de alguna manera
          se  mantiene  muy  vivo el espíritu de  la soltería,
          fácilmente se cree que  no existe el  grado de
          compromiso de fidelidad que se da en el matrimonio
          y así se cae en una relación alterna, convencidos de
          que el daño moral y social será menor del que sufre
          una esposa o esposo formal. Decimos formal solo
          en el sentido de que se adapta a las formalidades
          establecidas.
             La  otra amenaza  es la negativa a  tener hijos
          por parte  de alguno  de los  dos miembros  de la
          pareja. Se considera, equivocadamente, que un hijo
          rompe con el idilio, definido este por el diccionario
          como “Relación amorosa entre dos personas que
          generalmente es vivida con mucha intensidad y es
          de corta duración”.  Un hijo supone y exige mayor
          estabilidad  y duración en  la  relación,  y eso es
          precisamente lo que los jóvenes hoy no quieren.

             Irse a vivir juntos es visto por muchos como lo
          más práctico porque facilita el recambio, como un
          repuesto, sin que se causen mayores traumatismos
          sociales. A este paso las grandes y costosas bodas
          desaparecerán,  y con ello  la obligación de dar
          lujosos regalos


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