Una Buena Década

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prolongacion_avenida_ceroEl Décimo Aniversario de Unicentro es un buen pretexto para dar una mirada por el retrovisor al camino recorrido por la ciudad en la pasada década. Para hacer esta nota hicimos una consulta vía Facebook sobre cuáles fueron las noticias y los temas más relevantes en el periodo, varios cucuteños atendieron nuestro llamado y estas fueron sus respuestas.

Esta renovación vial no se limitó al casco urbano de Cúcuta, se construyó un nuevo puente internacional en Lomitas (aún no inaugurado) y la concesionaria San Simón – muy próxima también a cumplir una década de existencia – tuvo a cargo la ampliación a seis carriles de la autopista internacional y la construcción de los tramos de doble calzada desde Pinar del Río hasta el peaje de Corozal y del puente Gaitán Durán al puente internacional Francisco de Paula Santander, la prolongación de lapuente_guadua Avenida 0 hasta la Autopista Internacional, el tramo de anillo vial occidental que va de Los Patios a la vía a Puerto Santander, el paso a desnivel en Rumichaca y laampliación de carriles del puente Benito Hernández– próximos a terminarse – y el mantenimiento impecable de las calzadas de la Avenida Los Libertadores. Hasta dos veces se remodeló el aeropuerto, con una ampliación en desarrollo.

Muchos consideran que los centros comerciales, las nuevas vías y puentes, le dieron ya cara de ciudad a Cúcuta. A esa nueva apariencia urbana vino a contribuir la ocurrencia, un par de años más tarde, de un fenómeno económico bien atípico e irracional, como lo fue la llamada bonanza Cadivi, que generó un movimiento de dinero jamás puente_guaduavisto antes, lo que disparó la construcción de modernos edificios de apartamentos en nuevas urbanizaciones. Tal bonanza llamó la atención de todas las marcas de vehículos y la ciudad se llenó de concesionarios, cosa nunca vista antes, se construyó una nueva gran clínica (Medical Duarte) y llegaron cadenas internacionales de hoteles.

A no dudarlo, en esta década la ciudad experimentó acontecimientos inéditos de enorme impacto, como lo fue la amenaza de guerra proferida por Chávez en noviembre de 2009 y el cierre permanente de la frontera desde 2015, con una fuerte ola migratoria de venezolanos y colombianos procedentes de Venezuela. Como en todo éxodo, viene de todo y es así como si bien llegaron problemas de seguridad y de necesidad de atención social (salud) a miles de ellos, también lo es que muchos venezolanos invirtieron en Cúcuta, especialmente en inmuebles, lo que absorbió en buena parte la sobreoferta que la bonanza produjo. Al comenzar la década eran contados los edificios de más de diezpuente_gazapa pisos, ahora abundan y no se han concentrado en un solo sector de la ciudad.

A no dudarlo, la década de existencia de Unicentro se asocia con un periodo de notable prosperidad para la ciudad y por ello en el subconsciente colectivo es tomado como algo muy positivo. Es claro que aún falta mucho por hacer, como la represa del Cínera, el nuevo acueducto por gravedad del Río Zulia, los pasos elevados en la redoma del terminal de transportes, y una semaforización que funcione, entre otras obras que la ciudad necesita. Sin embargo, lo que más pide a gritos la ciudad es un mejor direccionamiento para superar la crónica vergüenza de ocupar el primer lugar en materia de desempleo y marginalidad social, como también un plan de contingencia para atender los efectos de la inminente guerra civil venezolana. Quizá no resulte atrevido afirmar que la década analizada fue liberadora para la ciudad porque a los cucuteños dejaron de angustiarnos las grandes incertidumbres con que por años amanecimos: a cómo amaneció el bolívar y cómo le fue al Cúcuta Deportivo.

En conclusión, pese a nuestra quejadera, es innegable que Cúcuta es mucho mejor ahora de lo que era cuando se dio inicio a la construcción de Unicentro.

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