SOCIEDAD | ASCENSOR SOCIAL

Sociedad Noviembre

Aunque en sentido estricto la clasificación por estratos no se aplica a las personas sino a las viviendas para determinar las tarifas de servicios públicos según el sistema de subsidios cruzados existente, lo cierto es que este concepto, en el caso colombiano, va más allá de lo urbanístico y se convierte en una especie de escalafón que indica el lugar que cada quien ocupa en la sociedad colombiana.

Esa jerarquización social parte del supuesto falso de que la sola ubicación de la vivienda le concede un status o condición superior a las personas, y se convierte en la forma predominante como los bogotanos y colombianos urbanos conciben el orden social, dejando de lado factores de mucha mayor relevancia, como la buena educación.

Ascender socialmente es una aspiración natural y bien vista cuando se hace en forma adecuada. Uno no puede subir a la cima del Everest corriendo a grandes zancadas porque al coronar la cumbre se marea y muere por falta de oxígeno. De la misma manera no se puede pretender llegar al curubito social por un golpe de suerte o de audacia en la política o en los negocios. Es un proceso lento de maduración en el que la sociedad va reconociendo mérito a mérito a cada quien.

Quienes no conocen ni reconocen valores distintos al dinero, creen encontrar en la corrupción en los cargos públicos un veloz ascensor social al que suben para viajar rápidamente, aunque muchas veces el trayecto es en bajada y terminan en el peor vecindario posible: la cárcel.

Ascensor SocialAsí las cosas, tal aspiración natural no se nos debe convertir en una obsesión agobiante que nos desvele y nos lleve a vivir un mundo artificial, corriendo el riesgo de caer en tentaciones de las que luego nos arrepentiremos. La manera más indicada para ascender socialmente, cuando no se cuenta con tradición familiar de renombre, es por la vía de tener la mejor educación posible para poder escalar las mejores posiciones laborales, eso le permitirá codearse con los notables de la ciudad a la que se llegue. El gran emperador francés Napoleón Bonaparte con gran desparpajo decía “mi aristocracia nació conmigo”, significando con ello que su prestancia y posición no dependían de nadie más que de él mismo.

El poder clasificatorio de la estratificación marcó la identidad de los colombianos desde comienzos de siglo hasta la década de los setenta, cuando irrumpieron en la escena social los actores del narcotráfico con su inmenso poder económico, comprando lo que se les antojara en materia de inmuebles. Así, en varias ciudades tradicionales y centenarios barrios habitados por familias distinguidas por su buena educación se vieron compartidos con personas de comportamiento complicado por su subcultura del dinero. Vinieron luego entonces expresiones de desaprobación, como “mostró el estrato”, para señalar un comportamiento vulgar o inadecuado por parte de quienes, pese a vivir en barrios de alto estrato, dejaban ver un origen bien inferior.

Si bien puede concluirse que la verdadera estratificación en Colombia es una cuestión de castas y no de ubicación geográfica de la vivienda, lo cierto es que una determinada posición social sólo es sustentable con una educación de calidad, todo se desprende y se deriva de allí.

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