SOCIEDAD | Acoso

AcosoEl acoso sexual es uno de esos temas recurrentes que producen gran e f e r v e s c e n c i a por unos pocos días y vuelven a una especie de congelador social, hasta que se presenta algún nuevo escándalo que involucre a alguna celebridad. Esta vez el papel protagónico le correspondió a Harvey Weinstein, un grotesco y corpulento personaje de  Hollywood que, prevalido de su poderosa influencia en el mundo del cine – es fundador de la productora Miramax – hizo exigencias de favores sexuales a muchas jóvenes aspirantes al estrellato.

La fuerza del escándalo es una demostración del enorme poder de las redes sociales, todo comenzó con un twitter de la actriz Alyssa Milano, quien luego de escuchar la confidencia de una amiga suya escribió bajo el hashtag Me too: “Suggested by a friend If all women who has been sexually harassed or assaulted wrote ‘Me too’ as a status, we might give people a sense of the magnitude of the problem”. Tan solo 24 horas después, el mensaje de la actriz contaba con casi 50.000 réplicas, la etiqueta «MeToo» ha sido tuiteada casi 500.000 veces, hay unos ocho millones de menciones en Facebook y otras partes del mundo se han hecho eco al traducir la iniciativa a «Yo también».

Angelina Jolie, Asia Argento, Gwyneth Paltrow, Ashley Judd, Lea Seydoux, Eva Green, Rosanna Arquette, Heather Graham, Cara Delevingne, Mira Sorvino, Elizabeth Karlsen, Kate Beckinsale, Rose Mc.Gowan, Angie Everhart, Minka Kelly, Louisette Geiss, Jessica Barth, Lauren Sivan, Emma De Caunes y Judith Godreche, todas ellas preciosas mujeres, son algunas de las artistas que se han declarado víctimas de Weinstein; pero cada día son más las que se animan a contar su historia.

Hace un poco más de veinte años el escándalo corrió por cuenta de Bill Clinton y su affaire sexual con la pasante Mónica Lewinsky, algo similar había ocurrido más recientemente con Bill Cosby, con Mel Gibson, Steven Seagal y Roman Polansky en sucesos ante los que Hollywood y la sociedad norteamericana cerró los ojos o miró hacia otro lado, en una actitud aún más asquerosa que la de los protagonistas.

El acoso sexual tiene una aterradora carga de humillación para la mujer que muy difícilmente se olvida en la vida. Es apenas justo que algo semejante se les cause a quienes son acosadores sometiéndoles al escarnio público como poco hombres, incapaces de conquistar la voluntad de una mujer y mantener por algún tiempo una relación estable, quizás por ser pésimos amantes o carecer de atributos masculinos.

Quien acosa se soporta en una circunstancial posición de dominio laboral y ve su ego complacido al hacerlo, se siente macho, poderoso, invencible. Pese a que debe resultar muy poco agradable y satisfactoria una relación sexual lograda de esa manera, eso poco les importa, lo que demuestra la bajísima calidad de lo que son como personas y de lo muy poco que tienen para dar.

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