ECONOMÍA | LIGEROS DE EQUIPAJE

Ligeros de Equipaje

El concepto de economía de la suscripción comenzó a llegar a Colombia hace relativamente poco, quizás menos de cinco años, mientras que, en Europa, USA, Japón, China (Hong Kong) y Singapur ya ha echado raíces tan profundamente que registra un crecimiento año a año del 100%.

Consiste en renunciar a tener posesiones propias y en su lugar tener suscripciones a todo. Es algo muy común entre los millennials que por su trabajo tienen una vida nómada, para quienes resultaría imposible organizar un trasteo de Nueva York a Barcelona, por ejemplo. El avance de la economía de las suscripciones permite hoy día dotarse de todo sin tener nada, por ejemplo: ya nadie trastea su colección de discos porque para eso tiene Spotify, ni de películas porque están en Netflix, los libros los conservamos en Kindle y los álbumes de fotografías familiares los llevamos en Amazon Drive.

Así prácticamente con todo, hay suscripciones a muebles que nos permiten tener una cama por menos de diez dólares al mes, todos los electrodomésticos, y elementos para la cocina también así se consiguen, los ingredientes y la comida ya preparada se ordena y paga por Amazon Prime. Un carro se obtiene por suscripción con o sin chofer, y, obviamente los servicios amorosos por suscripción están a la orden.

Esta revolución cultural ya había sido perfectamente descrita por Alvin Toffler en su célebre libro “El shock del futuro”, publicado en 1970, en el que en su primer capítulo anunciaba la inminente muerte de la permanencia, como gran cambio social que anticipaba en los comienzos de la sociedad del conocimiento, en la que lo único que hay constante es el cambio permanente. Su gran recomendación era prepararnos mentalmente para andar por la vida ligeros de equipaje, libres y dispuestos a mudarnosLigeros de Equipaje en cualquier momento, vivir en constante movilidad, cada año sería mucho mayor el número de familias viviendo en casas rentadas que propias.

La globalización que ya despuntaba hacía prever que las grandes corporaciones desarrollarían tentáculos en los cinco continentes y era preciso desplazarse para atenderlos.

Los amigos de esta nueva cultura la defienden por el alto grado de libertad que se logra no dependiendo ni aferrándose a las posesiones materiales, además de que no poseer cosas significa no tener ningún desorden y poder abrir y cerrar el bolsillo a la hora de darse ciertos lujos, como una forma eficiente de maximizar el sueldo.

Los enemigos de la economía de la suscripción fundamentan su alegato haciendo una pregunta bien hipotética: ¿qué pasaría si por alguna razón se presentase un colapso mundial del internet y descubres que no tienes absolutamente nada? El dilema sería entonces si es preferible estar atado a nuestras posesiones o al internet.

Los sicólogos hablan del “efecto dotación”, según el cual atribuimos más valor y emoción a los objetos cuando consideramos que son nuestros; poseer algo genera una sensación de estabilidad, de poder y de seguridad muy reconfortante. Pero a esto le responden los amantes de la economía de suscripción diciendo que tener cosas también tiene su lado negativo: nos volvemos proteccionistas y nos dan miedo los cambios, lo cual nos saca automáticamente del mercado profesional. Perder algo que poseemos puede sernos devastador y generarnos depresión.

¿Quién tendrá la razón? Mientras se resuelve esta incógnita, la economía de las suscripciones y las aplicaciones crece y crece.

Por: Luis Raúl López M.

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